Llegamos un sábado por la tarde. Habíamos reservado una habitación superior, a falta de la standard. La habitación asignada era pequeña, en la planta ático, con una terraza inmensa que daba a la calle, pero con una cama de 1,50, según el encargado y de 1,35 bajo nuestra visión. El caso es que habíamos solicitado 2 camas. Ante esta reclamación, el encargado se empeñó en que esta habitación del ático disponía de dos camas juntas con una amplitud total de 2,10 metros. Tuvo que ir a comprobarlo y se dio cuenta que estaba equivocado, por lo que finalmente nos asignó otra en el ala opuesta del edificio mucho más grande y eso sí, con una terraza de unas dimensiones muy inferiores a la anterior, lo cual no nos importó ya que fue un fin de semana de lluvías y no hubiésemos podido disfrutar de la primera, mientras que de ésta sí ya que daba a un patio que estaba cubierto por unas enormes cristaleras. Las camas de esta segunda habitación sí medían en total 2,10 y eran super cómodas, se dormía de lujo. El hotel es nuevo pero está muy mal hecho. Al entrar algunas veces huele como un spa y en otras ocasiones el olor es similar al cieno. Creo que se trata de una casa antigua en pleno centro de Mérida que ha sido remodelada. Debido a las lluvias las dos noches que pasamos allí, el cuarto de baño amanecía con agua en el suelo. Por supuesto nos dieron la opción de cambiarnos para el segundo día, pero rechazamos la oferta ya que bastante tiempo perdimos en nuestra llegada con los malos entendidos expuestos.
Estancia no hotel: Outubro 2016